
Textura de diamante
La textura diamantina captura la estructura en movimiento: una superficie moldeada por la precisión y la presencia. Cada línea, que antes formaba parte de un ritmo lineal, se interseca e interrumpe para formar una secuencia de rombos que reflejan la luz con una cadencia tranquila y calculada.
Esta geometría no es solo visual, sino también táctil: las líneas de corte capturan sombras, creando una profundidad que cambia con el tiempo y el tacto. El resultado es una superficie que evoca permanencia, pero a la vez dinámica: atemporal y, al mismo tiempo, en constante evolución.
Su origen reside en la transformación del tratamiento lineal tradicional. Una vez estructurada la superficie, se aplica una segunda serie de cortes en ángulo opuesto, formando el característico efecto diamante.